Agayú es mediador para quitar la vergüenza a los iworos (iworo se usa casi igual que  olosha, es decir, todo aquel que ha cumplido con la periodo de Iyawo y está listo para practicar como sacerdote y puede interpretar el diloggún. La diferencia está en que el olosha aún no se ha consagrado y el iworo sí ya lo ha hecho) de los orishas guerreros o de otros que se han hecho de manera equivocada. Aquí es donde Obatalá no puede hacer de mediador.

Si una persona hizo Changó y el día de Itá (lectura del Camino de la Vida) trajo en Elegguá 9 – 7, a Changó se le dedica una ceremonia de entrega pequeña y se le presenta luego de Itá. Después dicen que esa persona es Aggayú e hijo de Oyá.

Cuando Aggayú es directo carga nueve piezas:

1 hacha

1 flecha

1 lanza

1 gallardo

1 achuela

1 tridente

1 cometa en forma de estrella con su cola

1 arco

1 llave

y se le ofrece un chivo capón.

Para que el iworo considere que Aggayú y Oyá son Okanani (de un mismo corazón) se debe partir del impulso y esencia que en ambos predomina. Estos se relacionan con los cinco elementos fundamentales del mundo, es decir, el sol, el fuego, el aire, el agua y la tierra, donde nace Oroíña (la madre de Aggayú), y además los secundarios: el trabajo, el oro, la salud, el alimento y el nacimiento, representado por Okana (signo del diloggún). Los entendidos explican que este es el verdadero oddun (célula del sistema adivinatorio de la santería) en el cual Aggayú sale a la luz.

Okana es un signo en el que habla Aggayú en su misma persona. En este oddun gobierna el sol, pues el astro rey es único y sale para todos los seres humanos, ya sea para bien o para mal. No está atado a nada ni nadie. De manera que este signo reúne una porción del bien y el mal en el mundo.

Aggayú también se revela en Iroso (signo 4 del diloggún) al ser este el fuego, lo desconocido y lo más profundo del sentimiento humano. Es además la desesperación y la prisión. Es lo que dejó Olodumare cuando pasó por la tierra, donde trabajó más el fuego, donde más quemó, es decir, los océanos. El fuego requemó las rocas donde vive Agana Eri (una de las hijas de Olokun). Allí estuvo en primer lugar Aggayú, con toda su majestuosidad. Por este motivo se manifiesta en Iroso.

Igualmente, se revela en Oggunda (signo 3 del diloggún) porque donde hay eyé (sangre) existe 3 en 1, 4 y 9, razón por la cual Aggayú tiene compromiso directo en 3 y en estos oddun:  3 – 9,  3 – 4,  3 – 1,  3 – 6,  3 – 12,  3 – 3,  3 – 10,  1 – 4,  4 – 1,  1 – 3,  1 – 13,  1 – 14,  14 – 1,  1 – 15,  1 – 16,  16 – 1,  1 – 1,  4 – 6,  6 – 4. En los que venga Okana delante o detrás, y en todos que hay eyé  existe Oggunda.

Antes de que el iworo que hace Aggayú lo lleven a su casa, se deben realizar varias cosas. Debe llevarlo al río con una ellelé (paloma), ellá (pescado), eru, obí (coco) motiwao, aguadó (maíz) y aira. Cuando se llegue al río, se coloca todo dentro de una lata con nueve agujeros y se amarra con un cordel. Se tira tres veces al agua y al sacarla, se le echa al santo.

Antes de pasarlo al cuarto donde va a reposar, se le debe dar coco para ver cómo se desenvuelven las cosas una vez que esté en la casa. Si sale Okana con arrastre del río, se le ofrece una ellelé para que quede conforme. Sin embargo, algunas veces se debe limpiar a todos los presentes y preguntar qué es lo se debe de hacer con la ellelé, porque no hacer esta ceremonia conduce a que se produzcan altercados en el hogar sin razones aparentes.

El oró (ceremonia) de Aggayú es muy importante. No se realiza como la de Changó, sino que es diferente. Se deben colocar las hojas de malanga con ashe más el derecho del santo sobre la hoja. Todo se pone delante del receptáculo con nueve pabilos de algodón y epó (manteca de corojo). Se encienden y se llama al orisha con el achere (maraca) y cantándole. En el momento en que se vaya a apagar una mecha, se le pone baba de quimbombó y se cubre con un paño rojo. Luego de esto, se pone en el techo de la casa por tres y después de Itá se arrojan en el río.