Cuentan que Oshún y Changó vivían juntos, pero este la golpeaba con frecuencia y con dureza, y además le hacía trabajar para él. Cansada de toda esta situación y de la vida con Changó, Oshún se acercó un día al borde del río donde había vivido y allí halló a un hombre fuerte y grande, que le juró amores. Este hombre formidable era Aggayú.
Oshún quedó prendada por las palabras y el porte viril de Aggayú. De regreso a su casa, pensó mucho en él y volvió al río a encontrarlo una vez más. Ella sucumbió ante los encantos de Aggayú. Así mantuvieron el romance hasta que Changó los sorprendió un día. Los dos hombres entablaron guerra por la bella Ochún.
Para solucionar el conflicto, Aggayú consultó a Orumila y este le marcó ebbo. Le dijo: «Para que la vida vuelva a ser como antes, tienes que llamar a dos orishas de Ara Onu, que son ancestros del río. Ellos son Ita e Irole. Puedes contar con su ayuda».
Aggayú fue a la orilla del río con dos gallos del ebbo y llamó a los dos orishas. Irole salió de un algarrobo e Ita de un jagüey. Aggayú hizo pacto con ellos y estos le hicieron invencible. Cuando Changó vio el poder de Aggayú sobre la tierra, lo respetó para siempre. Así él y Ochún siguieron viviendo tranquilos en el río.